De Bogotá a las capitales del mundo: la moda colombiana pisa fuerte en Madrid y Nueva York.
- Camila Ramos
- 8 oct
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Actualizado: hace 20 horas
Por: Camila Ramos.
Del 11 al 13 de septiembre, la feria MOMAD en Madrid será el escenario en el que Bogotá muestre la diversidad de su sistema moda. Allí estarán marcas que reinterpretan la tradición artesanal y otras que piensan en la moda desde lo global.
Entre ellas, El Maletero, de Mónica Bermúdez, que convierte la chaqueta de cuero en un lienzo de intervenciones artísticas, y KOTT RISK, de Andrea Castro, que viste a la mujer contemporánea con piezas conscientes, elaboradas con materiales locales de alta calidad. El calzado también tendrá un lugar central: desde el confort extremo y funcionalidad de OC59, creado por Juan Carlos Ospina, hasta la elegancia femenina que define a Santina Boots, de Alba Cristina Flórez, con más de una década de experiencia en el diseño de botas.
En accesorios, With Love María, de Vanessa Agudelo, presentará bolsos y complementos donde tradición y frescura se encuentran; mientras que el streetwear de NUNK / NK, de Alejandra Hernández, exhibirá su fortaleza en telas de calidad y visión global. Finalmente, Seven7, con Mónica Hernández y Michelle Chilito al frente, llega con el músculo de una marca presente en 16 países y la experimentación de su línea S7couture, pensada para dialogar con la alta moda.

Los protagonistas en New York Fashion Week
Si Madrid será la antesala, Nueva York es el gran salto. Del 12 al 16 de septiembre, ocho marcas bogotanas se presentarán en la pasarela oficial de Fashion Designers of Latin America – NYFW, abriendo un capítulo histórico para San Victorino y el Restrepo en la moda global.
El streetwear tendrá un lugar protagónico con Cannabis, de Jaime Fernández y Carlos Martínez, pioneros en el uso de cáñamo y textiles sostenibles; ISMO, de Diana Marcela Briseño, que mezcla gobelino, pana, dril y jean en siluetas urbanas; y NUNK / NK, esta vez con la visión de Mónica Morales, que reafirma su capacidad para proyectar la ropa cómoda y cotidiana hacia un mercado internacional.
En el terreno del calzado, Lisantiny, de Karen Reyes, presentará más de veinte años de oficio artesanal en diseños femeninos que conjugan tradición y elegancia. A su lado, Seven7, ahora representada por Janeth Villar, apostará de nuevo por S7couture, su línea que experimenta con códigos de lujo en una marca de gran escala.
El desfile también tendrá un fuerte componente narrativo y cultural. Divina Collection, de Yeimy Mora Marín, rinde homenaje a la tienda de barrio como espacio de memoria colectiva, mientras que UANA, de Andrés Naranjo, explora un diálogo entre identidad local y mirada global en sus colecciones femeninas. La propuesta se completa con PLUR, de Liliana Bohórquez, que reafirma un compromiso con la sostenibilidad y el empoderamiento femenino a través del diseño.
Voces de Puente: diseñadores que cruzan fronteras
Si algo define este hito en la moda colombiana es que no se trata solo de prendas: cada colección lleva consigo un relato cultural, un posicionamiento creativo y, en muchos casos, un compromiso social. Los diseñadores que llegan a Madrid y Nueva York comparten un mismo objetivo: demostrar que desde lo popular también se puede hablar de innovación, sostenibilidad y estética global.
Uno de los ejemplos más claros es UANA, la marca fundada por Andrés Naranjo, que llega al New York Fashion Week con la colección COFFERA. “La idea central es rendir homenaje al café, no solo como bebida, sino como símbolo cultural, motor económico y elemento de identidad colectiva”, explica el diseñador. Esa narrativa, que nace en Colombia pero dialoga con el mundo entero, se materializa en siluetas limpias con volumen, estampados inspirados en el imaginario cafetero y, sobre todo, en el uso de piel de café, un biomaterial desarrollado a partir de residuos del grano.
El compromiso social también atraviesa las piezas: algunas fueron intervenidas manualmente con la técnica de punch needle en colaboración con personas privadas de la libertad. “Queríamos que la idea de colombianidad no se quedara solo en lo visual, sino que se tradujera en innovación textil y procesos sociales reales”, dice Naranjo.
Aunque el camino no fue fácil, el equipo de UANA asumió la presión de preparar una colección para un calendario tan exigente como NYFW con claridad y disciplina. El resultado es una propuesta que, más que una colección, funciona como manifiesto: transformar lo popular en contemporáneo, consolidar procesos sostenibles y conectar a través de un lenguaje que mezcla moda, territorio e identidad.
“Venimos de San Victorino, de lo comercial, de lo popular. Estar hoy en una plataforma como NYFW demuestra que no hay territorio pequeño cuando hay propuesta auténtica”, afirma el diseñador. Para él, la pasarela es un sueño cumplido y, al mismo tiempo, el inicio de un nuevo capítulo: abrir vitrinas internacionales y llevar el mensaje de que la moda puede ser una herramienta de transformación.

Otro de los nombres que viaja en esta delegación es OC59, la marca fundada por Juan Carlos Ospina, que nació en plena pandemia con una premisa clara: diseñar zapatos cómodos para el teletrabajo, pero con un lenguaje estético distinto al de los tenis o al calzado convencional. “Queríamos una propuesta que no fuera lo que todo el mundo estaba usando —explica Ospina—, una combinación entre confort y diseño que hablara un nuevo idioma dentro del calzado bogotano”.
Ese diferencial se materializa en el uso de cueros flexibles y suelas que privilegian la maniobrabilidad. Nada de materiales rígidos que dificulten el caminar: cada par de OC59 está pensado para acompañar el movimiento cotidiano sin sacrificar estilo.
El camino hacia Madrid no ha estado exento de exigencias. “La única forma de asumir la presión de un calendario como este es con disciplina: aprender todos los días, escuchar, absorber como esponja y procurar que cada producto pase los filtros de curaduría con el menor número de fallas”, señala el diseñador.
Su presentación en MOMAD 2025 marcará un punto de inflexión en la historia de la marca. “Desde el Bogotá Fashion Week sentimos un antes y un después. Y ahora Madrid nos confirma que la moda popular, esa que nace en San Victorino y en el Restrepo, también puede ser moda de pasarela”, dice Ospina.
La presencia de estas marcas en Madrid y próximamente en Nueva York marca un punto de inflexión para la moda colombiana. No se trata solo de abrir vitrinas en dos de las capitales creativas más importantes del mundo, sino de demostrar que el diseño hecho en Colombia tiene una voz propia, capaz de dialogar con las narrativas globales sin perder su identidad. Entre la disciplina, la experimentación y la memoria cultural, estos proyectos consolidan un nuevo capítulo: el de una moda local que ya no se piensa en pequeño, sino que pisa firme en las pasarelas internacionales.








