Puente: cada vez más presente en la agenda de Bogota Fashion Week.
- Camila Ramos
- 14 jun
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Por: Camila Ramos.
En su tercera edición, [ P U E N T E ] volvió a conectar los saberes de San Victorino y el Restrepo. Un colectivo que se reúne para presentar una pasarela en la que se encuentran estos dos mundos y que celebró la esencia misma de Bogotá. Tintico veci, su colección otoño-invierno 2026, rindió homenaje a estos dos lugares icónicos en donde se mueven las ventas mayoristas y populares: ese punto de encuentro urbano donde se conspira, se sueña y se negocia.
Doce marcas, entre emergentes y consolidadas, tejieron una propuesta que fusiona denim, encaje, cuero, peluche y animal print en una sinfonía de texturas tan vibrante como la ciudad que la inspira. La paleta de tonos café —del espresso profundo al caramelo— impregnó cada look con el espíritu cálido, fuerte y cotidiano del tinto bogotano.

Una de las marcas que resaltó de este colectivo es El Maletero. Su fundadora Mónica Bermúdez, recordó el inicio de su marca: “Yo venía de familia sastre, de chaqueteros y marroquineros, pero estaba en otras cosas. Cuando vendí mi primera chaqueta de cuero, supe que el cuero era una buena idea de negocio”.
El concepto que presentó en pasarela se basó en la Bogotá antigua, el sepia, lo envejecido y se apegaron a la tendencia del print de vaca. El maximalismo y las estructuras fueron las protagonistas. El Maletero avanza con fuerza hacia ferias nacionales e internacionales, incluida su esperada participación en Madrid Fashion Week 2025. “Ver la pasarela con nuestras prendas me quebró, porque es el esfuerzo de nosotros dos, haciendo algo único, sin stock, solo prendas a la medida, una extensión de la persona”, compartió Mónica.
Desde la tradición del denim, Seven 7 se reinventa con un guiño al animal print y una paleta de tonos cálidos que mezclan textura y glamour. “Nos apasiona todo esto que hacemos. El reto fue salir de la zona de confort y mostrar moda dentro del marco del San Victorino, donde llevamos más de 10 años exportando a más de 16 países”, afirmó la diseñadora de la marca, Monica Hernandez . Con el impulso del Bogotá Fashion Week, la marca extiende sus horizontes hacia la pasarela de Nueva York, en busca de enamorar con propuestas premium bajo su línea S7 Couture.
Por su parte, Diana Briceño, diseñadora creativa de Ismo, llevó la inspiración a la arquitectura de la Candelaria y a la sostenibilidad textil: “No gastamos agua en tintorería, usamos bases textiles que no necesitan lavandería y serigrafía para dar vida a prendas únicas”. Reconoce que su misión es mostrar la calidad que surge desde San Victorino, un lugar con retos, pero también con enorme talento: “Somos ejemplo para diseñadores que vienen detrás de nosotros”, indicó.

La novedad para esta tercera edición de [ P U E N T E ] fue la inclusión de marcas de marroquinería de El Restrepo. Lisantiny es una de ellas, en esta oportunidad presentó su colección “Ondas de paso” una propuesta innovadora de botas con volumen, versátiles y suaves, que mantienen la esencia artesanal y la identidad propia de la marca. En colaboración con otros diseñadores, reutilizaron retales para crear piezas únicas y sostenibles, apostando por un diseño disruptivo. Según Karen Reyes, su creadora, “participar en Bogotá Fashion Weekend nos permitió salir de la zona de confort y mostrar lo que realmente queremos diseñar, para un público que valora la innovación sin perder la calidad”.
En lo personal, considero que esta pasarela es una de las más emocionantes y de las que más genera expectativa. Es fuerte en cuestión de narrativa y me conmueve profundamente. El nivel con el que logran llevar a un espacio el sentir de una persona que conozca el centro de la capital es indescriptible. Cabe resaltar que el nivel de curaduría de Pilar Castaño, la primera dama de la moda colombiana y madrina de este proyecto, es más que evidente en las colecciones.
[ P U E N T E ] una vez más puso sobre la mesa un manifiesto de moda popular y urbana que revaloriza los tejidos del barrio como lenguaje contemporáneo, porque en Bogotá, el estilo también se cuece a fuego lento, entre esquinas, costuras y café.
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