Willy Chavarria presenta “HURON” S/S 2026: moda como acto político.
- The Latin Issue
- 29 jun
- 3 Min. de lectura
París fue testigo de uno de los desfiles más contundentes de la temporada primavera-verano 2026: HURON. El diseñador chicano regresó a la Semana de la Moda Masculina con un mensaje tan estético como político, inspirado en su ciudad natal del Valle de San Joaquín, California, pero también en el dolor y la dignidad de comunidades migrantes.
Desde la invitación, el tono estaba claro. Los asistentes recibieron lo que parecía un documento oficial: una tarjeta que imitaba una cédula estatal o una tarjeta de seguro social. En ella se leía “Notice of Right to Exist” (“Notificación de Derecho a Existir”). El documento, diseñado al estilo de una notificación legal, contenía además el número de asiento asignado, como si cada invitado estuviera siendo convocado oficialmente a presenciar un juicio poético sobre la dignidad humana.
El show inició con un performance que estremeció al público. Treinta y cinco personas —en su mayoría hombres racializados y de ascendencia migrante— caminaron en fila hasta el centro del espacio, vistiendo camisetas blancas de la ACLU (la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles) y pantalones cortos. Una vez alineados, se arrodillaron en silencio, con las manos detrás de la espalda, en una imagen que evocó directamente las escenas de detención migrante en Estados Unidos y El Salvador. La atmósfera fue tensa, cargada, mientras en los altavoces sonaba una versión melancólica de California Dreamin’ interpretada por José Feliciano, y que reforzaba el sentimiento de desarraigo, esperanza y dolor.
En medio de ese silencio contenido, la voz de la cantante mexicana Vivir Quintana irrumpió con fuerza y emoción. Vestida de negro y acompañada por una guitarra acústica, interpretó Te Mereces un Amor, un tema que ha sido himno en luchas feministas y de derechos humanos. Su presencia añadió una capa de profundidad emocional y cultural al desfile: una voz que cantaba no desde el centro de la industria, sino desde las orillas que Chavarria ha convertido en protagonistas de su narrativa.
Concluido el performance, la pasarela tomó un giro visual: comenzó el desfile como tal. La colección, compuesta por 74 looks, exploró la sastrería con enfoque chicano, reinterpretando trajes zoot, pantalones de tiro alto, prendas de trabajo y referencias al uniforme industrial. Lejos de quedarse en lo nostálgico, Chavarria incorporó una paleta vibrante y fresca: rosa chicle, papaya, azul lavado, verde hospitalario y amarillo mantequilla, tonalidades que transformaron lo funcional en símbolo de resistencia. Esta vez, el lujo no se mostró como símbolo de estatus, sino como vehículo para expresar orgullo, identidad y belleza.
El casting también fue un statement. Lejos del estándar parisino, los modelos fueron seleccionados por convocatoria abierta en barrios populares de París y comunidades migrantes locales. Junto a ellos, caminaron figuras como el basquetbolista James Harden y el jugador de fútbol americano Stefon Diggs. También se incluyeron looks femeninos diseñados por Rebeca Mendoza, integrando el universo estético del desfile más allá del binario.
La presentación cerró con un gesto íntimo: mientras sonaba la versión de This Land Is Your Land de Sharon Jones & The Dap-Kings, Chavarria salió a la pasarela, tomó flores y se las entregó personalmente a su familia sentada en primera fila. Un gesto sencillo que funcionó como una reafirmación del mensaje central de todo el desfile: la tierra también es de ellos, de los que vienen de lejos, de los que no suelen estar en las capitales de la moda, de los que no reciben invitaciones… salvo cuando alguien como él se las fabrica a mano, en forma de derecho.
HURON no fue una pasarela más, sino una pieza de resistencia cultural, política y estética. Chavarria sigue usando la moda como plataforma para reescribir narrativas, no desde la culpa ni la nostalgia, sino desde la potencia de existir —y vestir— con dignidad.
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